Propuesta de criterios básicos para el fomento de la interacción entre deporte y educación |
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Diplomado Universitario por la Universidad de Alicante (UA) en Magisterio de Educación Física Licenciado Universitario por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) en Antropología Social y Cultural Master Universitario por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y por el Comité Olímpico Español (COE) en Alto Rendimiento Deportivo Coordinador de actividades del Centro de Estudios Olímpicos de la Universidad de Alicante-Academia Olímpica Española (CEO UA-AOE) Coordinador de deportes del Real Club de Regatas de Alicante (RCRA) Entrenador de la condición física de equipos profesionales de fútbol y balonmano |
Francisco Javier Pastor Navarro (España) |
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Resumen A pesar de que parece que el deporte, en estos últimos tiempos, a quedado reducido a los papeles de “gran espectáculo universal”, de “máquina de hacer dinero” o de útil instrumento para satisfacer -en muchas ocasiones, con formas y modos poco recomendables- la moda del “culto al cuerpo”, es necesario recordar sus privilegiadas virtudes esenciales y sus fundamentales potencialidades, como medio pedagógico, favoreciendo el desarrollo de los factores individuales del comportamiento “motor” (morfológicos, fisiológicos y psicológicos) del comportamiento “mental” (intelectuales y emocionales) y del comportamiento “social” y como eficaz y eficiente instrumento en los procesos de enculturación social, participando en la transmisión de los conocimientos y comportamientos simbólicos que todos los grupos humanos administran y proveen a sus elementos más jóvenes. A tal fin, este artículo pretende ofrecer una perspectiva general, básica y sencilla, de un conjunto de criterios y estrategias cuya aplicación en los dos ámbitos principales en los que se desarrolla el deporte de iniciación: en el terreno educativo -formal e/o informal- y “lúdico-recreativo” y en las primeras etapas del entrenamiento y la competición en el deporte de rendimiento, permita que el fenómeno deportivo contemporáneo se convierta en una reconocida y útil herramienta para el progreso intracultural e intercultural de las sociedades humanas. Palabras clave: Deporte educativo. Educación deportiva. Iniciación al deporte. Antropología del deporte.
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EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 15, Nº 154, Marzo de 2011. http://www.efdeportes.com/ |
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Introducción
El fenómeno deportivo constituye uno de los elementos “súper estructurales” de grupos y sociedades humanas. Desde una perspectiva diacrónica es posible enumerar un conjunto amplio de múltiples y diversas funciones para las que ha sido, tradicional y universalmente, utilizado: rituales y ceremoniales, lúdicas, “enculturadoras”, como factor facilitador de la adaptación a procesos de cambio cultural de carácter general, etc., siendo posible encontrarlo en los diversos planos y ámbitos que configuran la realidad social de la mayoría de comunidades.
En sociedades complejas, como la nuestra, se ha creado toda una estructura institucional con el fin de transmitir a los nuevos miembros de las mismas los “saberes” y conocimientos, las costumbres, los valores y las formas de comportamiento, que se consideran útiles y valiosos para la supervivencia de éstas como tales. De hecho, en gran número de estudios que versan sobre esta cuestión, particularmente, en el ámbito de la ciencia antropológica, se puede observar como las incipientes actividades deportivas desarrolladas en otras culturas y en otros momentos históricos, también, aunque no de un modo tan sistematizado como el nuestro pero no por ello menos eficaz, sirven para transmitir, conservar y en ocasiones, promover el cambio si se considera necesario para la supervivencia de esa sociedad, el bagaje cultural de la misma que constituye el fundamento y la posibilidad del “modus vivendi” de los distintos grupos y comunidades humanas.
En nuestras sociedades occidentales se ha considerado, en los últimos tiempos, que el deporte podía constituirse como uno de los medios que participaran en esas acciones de “socialización” y “enculturación”.
Ahora bien, el deporte podrá alcanzar estos objetivos si tiene una serie de características y cumple con una serie de requisitos fundamentales. Tomado en estado puro, de partida, el deporte se muestra como algo neutro. Podría ser vehículo pedagógico o antipedagógico, dependiendo de si transmite conocimientos relevantes o si no lo hace, de si transmite valores y comportamientos valiosos desde un punto de vista ético o de si transmite valores y comportamientos inmorales o faltos del componente ético deseable. También podrá ser una actividad lúdica y recreativa, si divierte y proporciona placer para el que lo practica pero, si proporciona tensión, hastío o aburrimiento y permanentes sensaciones desagradables, entonces no lo será.
Desde estos puntos de vista, para que el deporte sirva a estos fines pedagógicos y sea capaz de cumplir las expectativas que en este sentido la sociedad deposita en él, deberá tener una serie de características básicas, a saber:
1. Estrategias para un deporte pedagógico
El deporte debe ser fuente de placer por medio del movimiento. Siempre debe entretener y divertir porque si es capaz de lograrlo además se reforzará a sí mismo, ya que, es bien conocido el hecho de que aquello que es capaz de proporcionar placer induce a su repetición y esto es algo que debe ser aprovechado en su favor.
Debe permitir la expresión de la individualidad propia de cada practicante. Debe suponer una posibilidad para desplegar sus aptitudes más amplias: intelectuales, expresivas, comunicativas, creativas y por supuesto, motrices. Deberá servir al potencial más extenso de la persona, por lo tanto, sería adecuado y conveniente fomentar la participación de los practicantes en la configuración y desarrollo de las actividades de entrenamiento y competición. Esto conduce ineludiblemente a la necesidad de equilibrar el uso de estilos y procedimientos de enseñanza directivos y no-directivos. No es tan interesante, para alcanzar fines pedagógicos y lúdicos, la utilización exclusiva del “mando directo” o de métodos similares.
Se debe tratar de proporcionar frecuentes experiencias de éxito, enfatizando en las mejoras en la propia ejecución y en los logros de perfeccionamiento, no enfrentando a los practicantes, de forma abusiva, a la permanente dicotomía “éxito-fracaso” en términos exclusivamente absolutos, sobre todo, con relación a una potencial fuente de frustraciones y de abandono prematuro de la práctica deportiva si no se maneja adecuadamente: la competición.
Debe permitir el fomento de las relaciones sociales, potenciando las actitudes de vivencia colectiva aunque la especialidad deportiva practicada esté constituida, fundamentalmente, por permanentes acciones de oposición o de cooperación-oposición. Se debe diferenciar muy bien un fin puntual y específico de la competición: el de tratar de obtener la victoria en ella por medio del contraste en el enfrentamiento de las propias capacidades contra las de los otros y la finalidad última del deporte como fenómeno social, que lo es, “por la sociedad”, “para la sociedad” y “con la sociedad”.
Hay que favorecer la actitudes “integradoras” (todos caben) frente a las excluyentes (sólo caben los mejores) El deporte en el ámbito de la educación y como un medio para alcanzar los fines de ésta, debe tener un fuerte componente ideológico democrático (sirve a una mayoría plural) ya que, en nuestras sociedades, los comportamientos democráticos se consideran valiosos por si mismos.
Son más interesantes las actividades polideportivas. Esto, por un lado, permitirá un desarrollo más amplio de las capacidades motrices y la posibilidad de aplicar las restantes capacidades humanas: intelectuales, creativas, expresivas, sociales, etc., sobre un número mayor de posibilidades, lo que proporcionará variabilidad a la práctica y el entrenamiento, reduciendo los efectos de la monotonía en las mismas. Por otro lado, esto dará la oportunidad de probar distintos deportes, permitiendo explorar en los mismos y descubrir cuales de ellos resultan más apreciados y gustan más. Teniendo en cuenta que, uno de los objetivos operativos de las actividades deportivas, desde una perspectiva educativa y lúdica, es el de proporcionar conocimientos y herramientas que posibiliten la práctica deportiva continua, eligiendo las modalidades más adecuadas en cada etapa durante toda la vida.
Por último, en el caso de que en algún momento fuéramos los responsables de la organización de un evento o competición deportiva en el marco educativo / recreativo, éstos deberían poseer algunas de las siguientes características para cumplir los objetivos que estamos apuntando en este apartado:
Dependiendo de la edad de los deportistas y de su desarrollo cognitivo-intelectual, es posible que sea necesario realizar adaptaciones sobre el reglamento normalizado del deporte, generalmente, simplificándolo. En el caso de que esto no sea posible sin una alteración importante del mismo como tal y no permita su práctica normal, será mejor buscar otros deportes que se adapten mejor al estadio de desarrollo de los deportistas.
Es necesario buscar estrategias adecuadas que permitan la participación de todos los participantes del modo más extenso posible.
Para mantener y potenciar el interés en la competición, en el caso de que existan diferencias ostensibles de capacidad entre los practicantes, tal vez sea necesario igualar la competición estableciendo “handicaps”, como por ejemplo, se realiza de un modo habitual en las competiciones de deportistas veteranos y en el caso de que fueran deportes o juegos colectivos, convendría equilibrar la composición de los equipos.
2. Estrategias pedagógicas en el deporte de rendimiento
Tradicionalmente, el entrenamiento deportivo con el objetivo de la competición para niños y jóvenes no ha tenido muy buena prensa, sobre todo, desde algunos ámbitos profesionales con alguna relación tangencial al mismo pero, sin los conocimientos y experiencia necesarios en esta cuestión específica.
Fruto de ese desconocimiento es una actitud que no toma al niño como una realidad con entidad y características propias y lo reduce a la consideración de un adulto en pequeño o a un ser incompleto, provocando, en muchos casos, una actitud exageradamente proteccionista. En este sentido, el niño debe ser tomado como una entidad particular, con características propias, por lo tanto, lo adecuado y conveniente es conocer bien esa realidad y tenerla en consideración, ya que, como es considerado en otros procesos educativos de carácter general, el exceso de protección no es algo positivo y favorecedor en la formación de la persona.
En nuestra sociedad actual, el deporte de rendimiento representa para algunas personas la posibilidad de expresar su “excelencia” en un grupo de capacidades (las motrices) que constituyen buena parte de la esencia característica del ser humano. Es ésta una situación que podemos encontrar en un buen número de campos, como los artísticos o científicos, donde existen personas con determinadas habilidades o capacidades que se sitúan por encima de la media y es la propia sociedad la que promueve su manifestación y expresión, obteniendo por ello, un justo reconocimiento social por medio o a través de las mismas. Por lo tanto, sería “a todas luces” injusto impedir que ese grupo de personas, dotados de esas características superiores, no pudieran desarrollarlas, mostrarlas y evidenciar socialmente el grado de excelencia alcanzado en las mismas.
Por otra parte, otro argumento a favor de que ese grupo de niños y jóvenes a los que se les reconoce potencial para alcanzar un alto grado de rendimiento deportivo sea orientado progresivamente hacia él, es menos “filosófico” que el anterior y algo más pragmático pero, no menos real: el hecho de que en las sociedades occidentales varias especialidades deportivas de alto nivel tienen un carácter profesional y esta peculiaridad puede suponer, para el futuro deportista, el hecho de ganarse la vida de modo honesto y digno, incluso poder asegurarla personalmente de modo definitivo.
Ahora bien, para que este proceso pueda alcanzar sus fines y realmente los alcance con criterios racionales entre “lo posible” y “lo aceptable”, entre “lo permisible” y “lo inadecuado” y en resumidas cuentas, en la perspectiva de una concepción humanista de los fenómenos culturales, en los que debe ser incluido necesariamente el deporte, se deberían tener en cuenta las siguientes consideraciones:
Siempre debe ir el concepto y la consideración integral de la persona por encima de la visión parcial sobre ese aspecto concreto en el que destaca. La satisfacción exclusiva de la necesidad de expresión de su excelencia motriz no asegura el cumplimiento de todas las expectativas en las otras facetas que conforman al ser humano. Por lo tanto, el técnico deportivo o entrenador, debería asegurar el cumplimiento de todas las necesidades de su entrenando, incorporando en esa labor, por supuesto, a padres, familiares, amigos, profesores y educadores, representantes profesionales, etc. y en definitiva, a todos aquellos que pudieran tener una relación de influencia en el deportista y en su futuro.
La distinción realizada entre deporte “pedagógico o lúdico-recreativo” y el “deporte de rendimiento” es puramente funcional porque exclusivamente difieren por uno de sus fines principales que no comparten plenamente: el hecho de poder convertir al deporte en el futuro modo de vida del deportista en formación, por lo menos, durante una época importante de la vida pero, esta peculiaridad no excluye al deporte orientado al rendimiento de tener componentes educativos y placenteros (que debería tener) por lo tanto, los aspectos descritos del deporte educativo son válidos, en general, para su aplicación al deporte de rendimiento. Pese a que en éste es fundamental el producto (el rendimiento deportivo competitivo) nunca debe pasarse por alto las características propias de los procedimientos utilizados para alcanzarlo.
Por último, pese a que la preocupación por los resultados puntuales obtenidos en las competiciones debe ir por detrás de la valoración del propio rendimiento al margen de la misma y de la motivación hacia un constante perfeccionamiento, es importante que el deportista empiece a entender que la mejora en los resultados en la competición pasa por el trabajo y esfuerzo personal en el entrenamiento y que, generalmente, y hasta el teórico alcance de los límites personales, esto será siempre así y que no tendría sentido estar entrenando para no competir. El entrenamiento sólo tiene sentido para la competición (“entrenamiento” no es el conjunto de actividades y ejercicios físicos y deportivos que realizan las personas normales con cierta periodicidad, aunque en muchas ocasiones ellos lo denominen así, el entrenamiento es “el proceso de práctica continuo y sistemático con el fin de mejorar los resultados en la competición deportiva”).
El hecho de comprobar que existe un alto grado de relación entre el esfuerzo personal por alcanzar un objetivo y poder alcanzarlo ya tiene un importante componente educativo, sobre todo, cuando en nuestras sociedades contemporáneas resulta difícil el que las generaciones más jóvenes comprendan y sobre todo, acepten, ésta sencilla regla que impone la inmutable “realidad de las cosas”.
Bibliografía consultada
Blanchard, K., Cheska, A. (1986) “Antropología del deporte”. Editorial Bellaterra SA. Barcelona.
Gil Roales – Nieto, J., Delgado Noguera, M. A. (comps.) (1994) “Psicología y pedagogía de la actividad física y el deporte”. Editorial Siglo XXI de España Editores SA. Madrid.
Grosser, Brüggemann y Zintl (1989) “Alto rendimiento deportivo. Planificación y desarrollo”. Editorial Martínez Roca SA. Barcelona.
Hahn, E. (1988) “Entrenamiento con niños. Teoría, práctica, problemas específicos”. Editorial Martínez Roca SA. Barcelona.
Le Boulch, J. (1991) “El deporte educativo. Psicocinética y aprendizaje motor”. Editorial Paidós Ibérica, SA. Barcelona.
Sánchez Bañuelos, F. (1990) “Bases para una didáctica de la Educación Física y el deporte”. Editorial Gymnos, SA. Librería Editorial Deportiva. Madrid.
Vázquez, B. (1989) “La Educación Física en la Educación Básica”. Editorial Gymnos, SA. Librería Editorial Deportiva. Madrid.
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